enero 26, 2008

di amor

Se encontraron una noche más en secreto.

Escabullidos en la noche ya no se sentían solos. Se extrañaban, se necesitaban- así lo confesaron-.



Los minutos no transcurrían y resultaban eternos, infinitos para dos amantes, pues no existía el mundo fuera de ellos.


Dentro de aquella habitación los problemas no tenían importancia y la tierra les pertenecía.
Todo lo observado, todo lo vivido, lo pensado y hasta lo conversado no poseía magnitud descriptible. Se sentía intenso, real y sincero.



Nunca habían logrado tal nivel de confianza. Tanta expresión. Tanto sentir.

Sus cuerpos liberados de abrigo se encontraban más juntos que nunca, se conocían como nadie y se respetaban mutuamente.
La calidez los envolvía entre las sábanas de aquella inolvidable cama, mientras ella se dejaba explotar.



Las manos de él acariciaban su rostro y evitaban que esos oscuros cabellos escondieran sus ojos.
No podía dejar de extrañar su boca, recordarle cuánto le gustaba, mientras sus dedos la sostenían.


La respiración dejó de existir, y esa chica no paraba de pensar...pues solo quería entender porqué tantos años llenos de vivencias ahora se volvían ínfimos. Estaba experimentando algo que no conocía, que jamás pensó sería así.

Resultaba indescriptible y los sentidos no alcanzaban para captarlo
Ningún hombre jamás la había llevado hasta el cielo. Con ninguna persona jamás tuvo tan poco miedo.


La manos de él se desplazaban por sus brazos, recorrían su cuello y descendían muy lentamente hasta el estómago.
El ombligo parecía querer escapar, y es que ninguna noche semejante subió tan alto acompañando la respiración.

Solo él, una persona que trató de negar, lograba que sus piernas se estremecieran y desearan estar en contacto con otra piel.

Parecía un abrazo interminable, en que ninguna palabra se emitió.


Finalmente él logró decir que necesitaba conocerla...que quería realmente conocerla...y se tomó las horas de esa larga noche para investigar el cuerpo de la que hacía años consideraba su mujer...





Esa noche realmente se entregaron. El éxtasis los invadió y finalmente, después de haber experimentado sus cuerpos, como otras veces, se entregaron a la pasión.

La oscuridad del cuarto los protegía, y el corazón agitado les dejó conocer por primera vez el amor....