enero 14, 2008

Tenía......la verdad, ya no recuerdo cuántos años exactamente, solo se que era demasiado pequeña, o por lo menos así me sentía. El día estaba hermoso, el cielo despejado. El sol brillaba con demasiada intensidad...el cielo, el magnífico e inalcanzable cielo...


==-En estas palabras me detengo para recordar, para destacar esa inocencia de la infancia, esa visión del interminable mundo, en el que cada espacio resulta infinito y en el que el sol y las estrellas, pero particularmente el cielo en su totalidad, parecían GIGANTES...mágicos e incomprensibles...como aquellos sueños despiertos-==


Salí al patio, luego de haber observado el gran celeste a través de la ventana, pues este día de verano debía tenerme preparado una nueva aventura.
Imaginaba si sería una princesa, algún superheroe o bien la típica profesional maestra o secretaria. Pero NO...hoy debía cambiar. Algo nuevo surgiría de mi imaginación...Y fue cuando me di cuenta. Y fue cuando recordé...



SI...Aquella película que mis padres veían, un film que nunca redescubrí...(jamás logré averiguar su nombre), pero una escena había quedado grabada en mi mente...y sus personajes se asemejaban tanto a mi sed de novedad que no podía dejar de imitar sus acciones.
Esos niños, que en el patio de su casa habían enterrado sus tesoros más preciados y que, luego de muchos años, los recuperaban llenos de emoción, junto a miles de recuerdos sobre su infancia.



Se sentía bueno, parecía lindo y yo tenía que hacerlo...Era el día perfecto para entregarle a mi patio mis más hermosos secretos.
Corrí hacia la habitación, en búsqueda del cofre indicado para tal hazaña. Encontré una pequeña cajita de plástico cuyo interior se dividía en seis compartimientos circulares...seis partes la componían, seis debían ser las clasificaciones de mis secretos.



Pero qué guardaría, qué exactamente era lo que quería volver a encontrar dentro de veinte años para renovar...



Busqué entre los juguetes, en la cajita musical y hasta en lo cajones del placard de mamá. Se hacía difícil elegir, pues debía ser importante y me debería emocionar...exactamente como esos de la película...
Decidí guardar los tazos, un anillo viejo que me había regalado una amiga de mi ma, una cadenita (seguro de la abuela) y un par de canicas, esas que llamaba con tanto cariño bolitas de vidrio...Se veía bien, pero era poco. Faltaba algo, así que fui incorporando chiches, pues debía lograr un popurrí y llenarlo de colores...



Las monedas no podían estar ausentes, y mucho menos un par de esos mini billetes falsos que lograba conseguir en cualquier kiosco...como toque final decidí recortar un mechón de la más favorita de mis muñecas (nada de barbies, baby doll o peponas...tan solo una que amaba con el corazón, esas de dos pesos, que alguna vez me regaló la abuela)



Cerré la caja con cinta y un poco de plasticola para reforzar, la metí adentro de una bolsa y comencé a cavar...
De pronto recordé algo demasiado preocupante para dejarlo pasar...la Daysi, mi perra...el cofre no podía estar a salvo con una experta cavadora como ella, así que el "hueco" debía ser muy profundo y seguí excavando con una cuchara de metal...
Tenía que cubrir todas las posibilidades...debía evitar cualquier circunstancia que no dejara reencontrarme con mi pasado, ¿o con mi presente?...no lo se cada vez se me hacía más complicado...



Llegué al fondo indicado, la altura justa y el tamaño perfecto...Puse la cajita y respiré profundo. Sabía que durante años no las volvería a ver...un beso cerraría finalmente el ritual...
La cuchara se enterró en el montoncito de tierra para cubrir el más maravillosos de los cofres, el más sagrado de los secretos.
Las montañas de barro lo fueron escondiendo, sin imaginar que hasta el día de hoy, a pesar de haber buscado tantos años, todavía no lo lograría desenterrar...



Quizás ese día era demasiado mágico, ese que tras esconder mi infancia, elegiría también, el momento en el que podría recuperarlo...Tal vez no es hoy, ni tampoco mañana...
O será que algo olvidé. Que guarda más de un secreto, uno que es mejor no encontrar...algo que no se debe recordar y que la tierra del patio trasero de casa aun resguarda como un preciado tesoro...hasta ese nuevo día mágico ....hasta ese día en el que me despedí...
Hasta ese nuevo día perfectamente soleado, en el que el cielo parecerá GIGANTE nuevamente ante mis ojos, y la inocencia logré invadir otra vez mis recuerdos...el día indicado para recordar y saber qué fue realmente lo que sucedió y mi mente, no el cofre, encerró...

AiDa, o8